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Sáb 28 Sep - 14:04
SABOR A PERDICIÓN.
Te doy la bienvenida a esta búsqueda, donde encontrarás unas cuantas tramas que, de ser necesario, podrán ser modificadas si lo crees más oportuno para tu personaje.
Jamás te presionaré a la hora de responder, y espero lo mismo de tu parte. Para mí es necesario respetar los límites, los espacios y la vida personal de cada uno. La actividad que puedas llevar a cabo dependerá de ti y de tus circunstancias, yo ahí ni decido ni opino.
Pese a ello, sí que pido compromiso y participación. Soy un hombre al que le encanta comentar, proponer o debatir ideas, así que siéntete libre de expresar sobre la trama o sobre los personajes todo cuanto desees, sin miedo ni vergüenza: yo leeré hasta la última palabra que escribas. Siempre defenderé que ambos demos forma a lo que estemos creando, poco a poco y haciendo partícipe al otro.
A modo de advertencia, has de saber que aquí se explorarán temas complicados, quizá incluso problemáticos. Nunca se hará nada que uno no quiera y siempre se preguntará al respecto, pero estas no serán tramas para todos los públicos. Tenlo en cuenta.
Espero que seas la persona indicada. Estoy a un mensaje privado de distancia.
Jamás te presionaré a la hora de responder, y espero lo mismo de tu parte. Para mí es necesario respetar los límites, los espacios y la vida personal de cada uno. La actividad que puedas llevar a cabo dependerá de ti y de tus circunstancias, yo ahí ni decido ni opino.
Pese a ello, sí que pido compromiso y participación. Soy un hombre al que le encanta comentar, proponer o debatir ideas, así que siéntete libre de expresar sobre la trama o sobre los personajes todo cuanto desees, sin miedo ni vergüenza: yo leeré hasta la última palabra que escribas. Siempre defenderé que ambos demos forma a lo que estemos creando, poco a poco y haciendo partícipe al otro.
A modo de advertencia, has de saber que aquí se explorarán temas complicados, quizá incluso problemáticos. Nunca se hará nada que uno no quiera y siempre se preguntará al respecto, pero estas no serán tramas para todos los públicos. Tenlo en cuenta.
Espero que seas la persona indicada. Estoy a un mensaje privado de distancia.
Y ES QUE ERAS DE OJOS PIADOSOS.
MUJER; GRUPO Y EDAD INDIFERENTES.
- OCUPADA:
- Lo detestas. Has dejado de pensar en él porque, si lo haces, muerdes tus labios hasta agrietarlos y hundirte en un mar de sangre. Tuvisteis una relación difusa, hace mucho tiempo ―quizá no tanto, pero la recuerdas lejana y la mantienes apartada de tu presente, de tu día a día―. No quieres que aparezca en tu mente. Tienes miedo de que vuelva a consumirte.
Te abandonó. Fue un capullo, un engreído, un arrogante y, en definitiva, un hombre. Tal vez para él no fuiste más que una simple moneda de cambio, un cuerpo que utilizar y que comer cuando fuera necesario, nada más allá de un deseo carnal. Fuiste una mancha superficial en su corazón. En cambio, para ti, lo fue todo: una estaca que penetró hasta lo más profundo de tu amor. Eras más joven e influenciable que ahora, y él supo a la perfección cómo manipular cada pensamiento, cada acción y cada movimiento que pudieras ejecutar. Tú, ingenua de ti, hacías todo lo que ese chico problemático te decía hacer.
Sentías una mezcla de pavor y de ira cuando el timbre de tu casa sonó en plena madrugada. Te despertó, pero no tenías intención de responder. Volvió a sonar y te forzaste a levantarte y a abrir la puerta. Era él. Por desgracia para ti, seguías viviendo en el mismo barrio, en la misma calle, en el mismo edificio. Su piel estaba cubierta de ríos de sangre, y eran visibles varias heridas en su rostro. Recordaste, en cuestión de segundos, todas aquellas veces que te encargaste de él cuando se metía en problemas.
Lo miraste. Tus ojos querían matarlo allí mismo, pero también lo arropaban; parecía un perro abandonado que suplicaba piedad.
Le dejaste pasar.
Y ES QUE ERAS DE OJOS INTENSOS.
MUJER; GRUPO Y EDAD INDIFERENTES.
Sueles frecuentar los garitos de The Tenderloin, un barrio algo complicado. La bebida es más barata, la fiesta cubre gran parte de la madrugada, y aunque pueda parecer lo contrario, la cultura musical es excepcional. Cada día eres capaz de descubrir una banda nueva, por mucho que algunos ofrezcan una auténtica tortura sonora y no tanto el espectáculo que habían prometido. Un viernes lo escuchaste a él, actuó la banda de Uther. Nadie sabía de ellos.
No llegaste a entender por qué ―de hecho, todavía te lo planteas―, pero hubo algo en él que llamó tu atención. Mucho más de lo que estás dispuesta a admitir. Quizá era la presencia que tenía allí arriba, subido en el escenario de carcomida madera. O la forma en la que agarraba la guitarra. Puede que, incluso, fuera su voz cuando le tocaba cantar alguna línea, acompañando a la voz principal de su hermana. Sin prestar demasiada atención a los motivos, disfrutaste del concierto mientras ahogabas tu cuerpo en unas cuentas bebidas. Querías conocerlo, querías hablar con él, y querías dejar fluir lo que surgiera. No ibas a concluir la noche sin estar satisfecha.
Cuando la banda terminó, viste como él bajó del escenario a una velocidad más rápida de lo habitual. Lo notabas nervioso, pero el concierto no parecía haber sido la causa. Lo seguiste con la vista, parecía que tenías experiencia en controlar a los miembros de bandas que habían captado tu interés. Puede que siempre estuvieras al acecho y él solo fuera uno más. Decidiste ir tras su pasos, y comprobaste cómo se metía en el baño. No ibas a dejarle tiempo ni para levantar la tapa, primero actuabas y luego preguntabas. No era la primera vez que habías hecho algo así. Entraste al lavabo masculino ―por suerte para ti, no había nadie más― y no dudaste en abrir el cubículo en el que creías que se encontraba.
Lo encontraste ahí, preparando unas rayas de cocaína con el pulso de un abuelo que ya tenía media pierna en al tumba. Te preguntaste cómo fue capaz de tocar la guitarra en ese estado. Tus pupilas se dilataron, tu mirada era intensa. Lejos de sentir rechazo, lo único que querías era unirte.
Lo que pasó después, solo él y tú lo conocéis.
No llegaste a entender por qué ―de hecho, todavía te lo planteas―, pero hubo algo en él que llamó tu atención. Mucho más de lo que estás dispuesta a admitir. Quizá era la presencia que tenía allí arriba, subido en el escenario de carcomida madera. O la forma en la que agarraba la guitarra. Puede que, incluso, fuera su voz cuando le tocaba cantar alguna línea, acompañando a la voz principal de su hermana. Sin prestar demasiada atención a los motivos, disfrutaste del concierto mientras ahogabas tu cuerpo en unas cuentas bebidas. Querías conocerlo, querías hablar con él, y querías dejar fluir lo que surgiera. No ibas a concluir la noche sin estar satisfecha.
Cuando la banda terminó, viste como él bajó del escenario a una velocidad más rápida de lo habitual. Lo notabas nervioso, pero el concierto no parecía haber sido la causa. Lo seguiste con la vista, parecía que tenías experiencia en controlar a los miembros de bandas que habían captado tu interés. Puede que siempre estuvieras al acecho y él solo fuera uno más. Decidiste ir tras su pasos, y comprobaste cómo se metía en el baño. No ibas a dejarle tiempo ni para levantar la tapa, primero actuabas y luego preguntabas. No era la primera vez que habías hecho algo así. Entraste al lavabo masculino ―por suerte para ti, no había nadie más― y no dudaste en abrir el cubículo en el que creías que se encontraba.
Lo encontraste ahí, preparando unas rayas de cocaína con el pulso de un abuelo que ya tenía media pierna en al tumba. Te preguntaste cómo fue capaz de tocar la guitarra en ese estado. Tus pupilas se dilataron, tu mirada era intensa. Lejos de sentir rechazo, lo único que querías era unirte.
Lo que pasó después, solo él y tú lo conocéis.
Y ES QUE ERAS DE OJOS LLENOS DE CULPA.
MUJER U HOMBRE; CRIMINAL; MÁS DE XXIV AÑOS.
Conoces a Uther desde que era pequeño. Tienes su misma edad o, quizá, eres mayor que él. Lo consideras tu amigo, aunque sabes que él te dejaría inconsciente sobre una cuneta a cambio de un puñado de gramos de poca calidad. Eres la persona que le vende droga, su camello, la mierda y la basura que lo metió en un pozo sin fondo del que ya no puede salir.
Tienes una norma, y puede que ninguna más: no haces negocios con los tuyos, con la gente que te importa, con tu familia de la calle. Pero con él fue distinto, con él empezaste, con él te metiste la primera raya y con él estuviste cerca de palmarla en un callejón maloliente familiarizándote con las ratas y las cucarachas que merodeaban alrededor de tu cuerpo moribundo. Pero tú pudiste salir de ahí, aunque tan solo alcanzaras la otra cara de la misma moneda. De yonqui de la heroína, al puto despojo que ahora la repartía entre pobres y marginados.
Quisiste ayudar a Uther, pero no pudiste. Quisiste alejarte de él, pero no te dejó. Se volvió un grano molesto en tu culo, alguien que te pedía las sobras para comérselas como un animal salvaje, como un puerco descontrolado. Al principio accedías, sentías cierta influencia de un cúmulo de culpa, remordimiento, pena y asco. Hasta pagabas lo que te debía al capullo que te tenía cogido del pescuezo. Quieres poner límites. Eres una persona de mierda, pero todavía te queda algo de corazón.
Uther está peor que nunca, y no quieres seguir contribuyendo a su descomposición. En el fondo te preocupa, es inevitable pensar en todo lo que habéis pasado juntos. Vas a decirle que cortas su relación con él, que no le vas a dar ni a vender droga aunque te pague el triple.
Y a un perro rabioso no le puedes quitar la comida de un día para otro.
Tienes una norma, y puede que ninguna más: no haces negocios con los tuyos, con la gente que te importa, con tu familia de la calle. Pero con él fue distinto, con él empezaste, con él te metiste la primera raya y con él estuviste cerca de palmarla en un callejón maloliente familiarizándote con las ratas y las cucarachas que merodeaban alrededor de tu cuerpo moribundo. Pero tú pudiste salir de ahí, aunque tan solo alcanzaras la otra cara de la misma moneda. De yonqui de la heroína, al puto despojo que ahora la repartía entre pobres y marginados.
Quisiste ayudar a Uther, pero no pudiste. Quisiste alejarte de él, pero no te dejó. Se volvió un grano molesto en tu culo, alguien que te pedía las sobras para comérselas como un animal salvaje, como un puerco descontrolado. Al principio accedías, sentías cierta influencia de un cúmulo de culpa, remordimiento, pena y asco. Hasta pagabas lo que te debía al capullo que te tenía cogido del pescuezo. Quieres poner límites. Eres una persona de mierda, pero todavía te queda algo de corazón.
Uther está peor que nunca, y no quieres seguir contribuyendo a su descomposición. En el fondo te preocupa, es inevitable pensar en todo lo que habéis pasado juntos. Vas a decirle que cortas su relación con él, que no le vas a dar ni a vender droga aunque te pague el triple.
Y a un perro rabioso no le puedes quitar la comida de un día para otro.
Y ES QUE ERAS DE OJOS CURIOSOS.
MUJER; HEALTH; EDAD INDIFERENTE.
- OCUPADA:
- Llevas casi un año cuidando a una paciente cuya vida lanzó a un precipicio. Una mujer en sus últimos días: enferma, deteriorada y arrepentida. Has tenido tiempo suficiente para conocerla, para intimar con ella y para saber su historia. Una gris, tormentosa y demasiado complicada. Ella es, para ti, un libro abierto, al descubierto y desnudo. Siempre has sentido curiosidad por la gente a la que cuidas, por sus motivos, por sus acciones, por sus pensamientos y por sus legados. Crees que es importante recordarlos, sobre todo cuando ya nadie lo hace, ni lo hará. Esa pobre desgraciada es la madre de Uther.
Te ha pedido una cosa, una última cosa: quiere ver a su hijo, a su pequeño, a su mayor orgullo antes de cerrar los párpados para siempre. Hace más de diez años que no lo ve, no sabe nada de él, ni siquiera si está vivo ―y tiene la sospecha de que cree que su madre ha muerto, hace mucho tiempo―. No le prometes que puedas conseguirlo, pues es complicado encontrar al hijo de una mujer que ha desquebrajado cada relación y unión con su familia; estaba sola, no tenía a nadie.
Logras hacerte con su número a través de favores y una lista interminable de contactos. Lo llamas por primera vez, pero no responde. A las pocas horas vuelves a intentarlo, y el resultado es el mismo. Le dejas un mensaje, nada importante, tan solo preguntas si es él y le comentas que te gustaría conversar un momento, que tienes algo importante que decirle. Las noches caen sin una contestación por su parte, pero no te rindes. Sientes que es tu deber, tu obligación. Quieres ayudar una última vez a esa mujer.
Has ido a uno de sus conciertos, no te ha costado encontrarlo por las redes y averiguar un poco de información sobre él. Estás allí, plantada frente al escenario y escuchando sus canciones. La que canta es su hermana, también la conoces, aunque sea mediante la versión de otra persona. Entiendes las letras, no en el sentido de que eres capaz de comprender lo que dicen, sino a que experimentas todo lo que se ha volcado en ellas, como si también formaras parte de aquello. Empatizas con algunas canciones, y crees que eres, de entre toda la muchedumbre que se agita eufórica, la única persona que los conoce de verdad. Que conoce a Uther casi más que él mismo.
No sabes cómo, pero quieres dejarle el mensaje de su madre cuando termine el concierto. Quizá reaccione con un puñetazo en tu cara, pero es un riesgo que estás dispuesta a asumir. Tu complejo de heroína mueve tus piernas hacia él, siempre has querido ayudar a todo el mundo a tu alrededor, por muchos problemas en los que te metieras.
Sientes curiosidad por su lado más humano, no puedes evitarlo.
Última edición por Uther O. Mortensen el Jue 3 Oct - 3:03, editado 2 veces
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Dom 29 Sep - 14:05
Dos nuevas tramas añadidas.
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Lun 30 Sep - 17:19
Sigo esperándoos, por desgracia.
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Me pido la primera trama, si esta libre (:
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Está libre, espero que Francesca no se arrepienta. En nada me cuelo por tus mensajes privados.
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Y ES QUE ERAS DE OJOS CURIOSOS. Si aún se encuentra disponible. Estaría terminando pronto mi ficha para compartir datos.
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Me pido la de ojos piadosos (en caso de seguir libre). Si no, creo que podría encajar en ojos intensos.
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Jue 3 Oct - 3:06
No hay nadie mejor que tú para encajar en ojos intensos.
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